La seguridad en los «smartphones»: huella dactilar frente al reconocimiento ocular
Los
expertos en seguridad informática apuestan por soluciones que
combinen dos factores
Los
sistemas de seguridad basados en contraseñas no han muerto, al
contrario, siguen siendo uno de los principales métodos de acceso a
los servicios de internet y a los dispositivos electrónicos. Los
fabricantes, a lo sumo, han visto las orejas al lobo y han asumido
las demandas de los consumidores para introducir mecanismos más
robustos que intenten poner freno a posibles intromisiones. En el
ámbito de la movilidad, salvo excepciones, comienzan a popularizarse
los sensores biométricos en donde se almacena la huella dactilar,
la impresión visible que se encuentran en los dedos de los seres
humanos y que se utilizan como medio de identificación de personas.
Pero también empiezan a surgir otras propuestas. La biometría, en
efecto, ha llegado para quedarse.
Los
expertos en seguridad informática suelen ser tajantes al respecto:
no existe nada 100% seguro. Siempre se deja algún resquicio
que pueden aprovechar los ciberdelincuentes. Frente a ellos,
únicamente queda el desafío de mejorar los sistemas de los
servicios y dispositivos que utilizamos de forma habitual y que, por
regla general, almacenan información sensible. Uno de los primeros
modelos de teléfono móvil inteligente en introducir un lector de
huellas dactilares fue el Toshiba G500 en 2007. Vinieron otros
tantos, como el Motorola Atrix (2011) cuyo objetivo era
desbloquear el terminal. No fue, sin embargo, hasta la llegada del
iPhone 5S (2013) cuando el mundo de la tecnología se rindió ante
una solución que se ha visto solvente y cómoda.
En
cualquier caso, los sensores biométricos ya se pueden ver en los
teléfonos más avanzados del mercado y en algunos de gama media. El
turno ha sido, ahora, para el sistema de reconocimiento ocular, como
que se está presente en el Galaxy Note 7, de Samsung, que pese a los
problemas técnicos derivados de sus baterías defectuosas el
terminal ha introducido novedades importantes. ¿Cuál de ambos
métodos se impondrá? A día de hoy, todo apunta a que por comodidad
y buen rendimiento la huella dactilar.
Los
expertos dudan de que estos lectores de huellas dactilares presentes
en el entorno móvil sean totalmente seguros. Se han difundido
experimentos y casos de suplantación de identidad únicamente
realizando copias de la marca del propietario. Las distintas
modalidades biométricas están, todavía, en diferentes etapas de
maduración. El reconocimiento por huellas dactilares se lleva
usando desde hace más de un siglo, mientras que el reconocimiento
por iris no tiene más de una década de utilización. «Los
sistemas tradicionales basados en contraseñas han demostrado lo
buenos que son», ironiza Luis Corrons, director técnico de
PandaLabs, pero «no quiere decir que vayan a desaparecer».
En
su opinión, para que una tecnología u otra triunfe es crucial que
sea fácil de usar y, por ahora, la huella dactilar es mucho
más cómoda para los usuarios. «Puede que haya sistemas más
seguros, pero para que se implementen si no es cómodo de usar no se
va a imponer», considera. La tecnología actual permite
almacenar la huella de manera precisa y rápida, lo que ha permitido
que los fabricantes de telefonía móvil apuesten por este mecanismo
en sus lanzamientos. Sin embargo, los expertos creen que esta marca
(la huella) se va dejando en muchos sitios de manera constante y, en
algún caso, «se ha demostrado que es fácil de copiar y hacernos
pasar por otra persona y utilizarla», asegura a ABC. «Cada
vez que agarras con la mano el dispositivo, lo llenas de tus propias
huellas. Con lo que casi cualquier delincuente que conozca algunos
métodos muy poco tecnológicos puede duplicar nuestra huella y
usarla para desbloquearte el teléfono».
Frente
a esta postura, el reconocimiento ocular, aún en una profunda
fase de evolución, se empieza a ver en algunos dispositivos. Como
aspecto positivo, esta modalidad -dice Corrons- es más
difícil de «hackear» pero, por contra, es más incómodo
de utilizar. «No vamos la huella del ojo en todos los sitios,
aunque se tomen imágenes a grandes resoluciones, pero es más
incómodo y forzado, con lo cual tengo mis dudas que vaya a
extenderse en el mundo de la movilidad. De cara a acceso a sitios
seguros parece más seguro», sostiene. «La huella dactilar
es más insegura que el sistema reconocimiento ocular» desde el
punto de vista de copiar la identificación.
Según
el especialista de PandaLabs, dependiendo del momento y la tarea a
llevar a cabo es recomendable utilizar un mecanismo u otro. La mejor
opción es una solución combinada, es decir, introducir la
huella y el iris para acceder a la información. Esto es, apostar
por una verificación de segundo factor. «La experiencia me
dice que todo es hackeable, para añadir más seguridad no es
simplemente encontrar un único mecanismo, sino dos sistemas; la
combinación de dos suele hacer que sea mucho más difícil».
El
robo bancario, en el punto de mira
En
otros entornos como los cajeros bancarios el uso de la biometría
entraña ciertas dudas. Los expertos de la firma Kaspersky Lab han
analizado cómo los ciberdelincuentes podrían explotar las nuevas
tecnologías de autenticación previstas por los bancos.
Porque
los cajeros automáticos llevan años en el punto de mira de los
ciberestafadores a la caza de datos de tarjetas de crédito. Lo
hicieron mediante los llamados «skimmers», que se trata de aparatos
caseros conectados capaces de robar información de la banda
magnética de la tarjeta y el código pin con ayuda del teclado PIN o
una cámara web de un cajero automático falso. Los expertos
recuerdan que, con el tiempo, el diseño de estos dispositivos ha
mejorado para hacerse menos visible. «Con la implementación de
las tarjetas de chip y pin, se hace mucho más difícil, pero no
imposible, clonarlas», aseguran.
De
acuerdo con una investigación de Kaspersky Lab actualmente existen
al menos doce vendedores que ofrecen este tipo de aparatos capaces
de robar las huellas dactilares de las víctimas. Y al menos tres
de ellos ya están analizando dispositivos que podrían obtener
ilegalmente datos de los sistemas de reconocimiento de venas de la
mano y del iris.
«El
problema de la biometría es que es imposible cambiar la imagen de la
huella digital o el iris, a diferencia de las contraseñas o códigos
PIN que pueden ser fácilmente modificados en caso de estar
comprometidos. Por lo tanto, si los datos se ven
comprometidos una vez, no será seguro usar ese método de
autenticación de nuevo. Es muy importante mantener
dichos datos protegidos y transmitirla de manera segura. Los datos
biométricos se registran también en los pasaportes modernos -
llamados pasaportes electrónicos - y visados. Por lo tanto, si un
ciberatacante roba un pasaporte electrónico, tendrá acceso a los
datos biométricos de esa persona. Roban la identidad de una
persona», afirma en un comunicado Olga Kochetova, experta en
seguridad de Kaspersky Lab.
Última
versión's opinion:
Partiendo
de la idea de que todo puede ser hackeado, el objetivo a conseguir es
ponérselo lo más difícil posible a los ciberdelincuentes. ¿Huella
dactilar o reconocimiento ocular? Es posible que el reconocimiento
ocular sea más seguro, pero yo creo que eso es solamente cuestión
de tiempo. Así que deberíamos elegir teniendo en cuenta cuál de
los dos es más fácil de utilizar y, evidentemente, gana la huella
dactilar en este aspecto. Ambos sistemas tienen sus ventajas e
inconvenientes, pero dejan claro que la tecnología evoluciona a
ritmo de vértigo y que eso de poner contraseñas empieza a quedarse
obsoleto. Aunque cabe destacar la ventaja de las contraseñas que se
menciona en el texto: se pueden cambiar. Sin embargo, no podemos
modificar nuestra huella dactilar o nuestros ojos y eso dificulta el
asunto... En cualquier caso, creo que todos tienen pros y contras a
destacar, así que depende de cada uno decidir cuál utilizar en
función de la importancia que el usuario le dé a cada una de sus
características.