Laboratorios clínicos en un microchip
África
combate las epidemias con medicamentos, pero no es suficiente.
Necesita laboratorios capaces de diagnosticar persona por persona,
algo caro y difícil de manejar. Frederick Balagadde nos muestra cómo
reducir ese laboratorio al tamaño de un microchip.
Frederick
Balagadde en
http://www.ted.com/talks/frederick_balagadde_bio_lab_on_a_microchip
La
mayor carga de enfermedades la tienen que soportar los países más
pobres del mundo. África subsahariana es la región más
castigada por el virus del VIH. Se trata de la epidemia
más devastadora de nuestros tiempos. También resulta innegable que
no hay región menos preparada para combatir la enfermedad. Sin
apenas médicos ni recursos se enfrentan a estas epidemias.
Los
países desarrollados suministran medicamentos gratuitos al Tercer
Mundo. Esto ha salvado millones de vidas y ha evitado el colapso
total de economías enteras que no pueden sufragar los gastos. Pero
hay un problema crucial que debemos resolver.
Si
se desperdicia medicamentos con aquellas personas que no pueden
recibir un diagnóstico apropiado, se crea la resistencia al
medicamento. No queremos cepas del virus del SIDA resistentes a
los medicamentos propagándose por África y, por extensión, el
resto del planeta.
¿Soluciones?
La miniaturización. La misma tecnología que permitía la
miniaturización de los componentes electrónicos nos permite ahora
reducir a miniatura laboratorios biológicos. Se pueden
miniaturizar laboratorios de análisis químicos y biológicos
convirtiéndolos en chips de micro fluido. Y un sistema de micro
fluido puede llevar incluido todo el procedimiento de diagnóstico.
Con
esta misma tecnología se planea construir un kit con la prueba
del SIDA: en un sólo chip de micro fluido, que tiene el tamaño
de un teléfono móvil, se pueden diagnosticar 100 pacientes a la
vez, se pueden realizar hasta 100 muestras por paciente en 4 horas y
a un coste 500 veces más barato. Nos permitirá crear medicinas
personalizadas en el Tercer Mundo a un precio asequible.
Valoración
personal
Como
dice Frederick Balagadde, la salud global sufre una grave ironía al
repartir las enfermedades de esta forma. Hay más enfermedades en los
lugares más indefensos. Sin médicos, sin recursos... se enfrentan a
ellas. Los países desarrollados envían grandes cantidades de
medicamentos (de vez en cuando). La mayor parte del trabajo la
realizan los médicos o trabajadores voluntarios que deciden ayudar a
estas personas desplazándose a la otra parte del mundo.
Así
que, más que los gobiernos o las autoridades de los países ricos o
desarrollados, los países más pobres se enfrentan a estas epidemias
contando con el apoyo y la ayuda de las ONGs y los voluntarios que
conforman las mismas. En cualquier caso, pienso que es nuestro deber
ayudar a estos países. Ya no sólo porque se debe ayudar siempre que
se pueda, sino porque su falta de recursos es culpa nuestra. Están
en esa situación a costa de nuestro bienestar y nuestra comodidad.
En
cualquier caso, a pesar de que nosotros aportemos los medicamentos y
miles de médicos compartan sus conocimientos, el problema es que
África no cuenta con la tecnología o las infraestructuras mínimas
para llevar a cabo un diagnóstico y seguimiento de las personas con
esta (o cualquier otra) enfermedad. No hay medios.
Por
este motivo, lograr reducir un laboratorio clínico a un microchip
del tamaño de un teléfono móvil supone un adelanto de
consecuencias infinitamente positivas. Puede parecer una locura, algo
imposible. Sin embargo, no hace tanto tiempo que los ordenadores ocupaban
salas enteras. Ahora tenemos un teléfono móvil en la
palma de nuestra mano. Si se pudo entonces, ¿por qué no se iba a
poder ahora?
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